sábado 11 de mayo de 2024

Precios libres, salarios por decreto ¡Viva la libertad!

miércoles 28 de febrero de 2024
En un panorama económico convulso, donde la incertidumbre y la desigualdad son moneda corriente, las contradicciones de quienes proponen soluciones extremas saltan a la vista con claridad perturbadora.
 
Tal es el caso de Javier Milei, quien aboga por la desregulación total de la economía y la destrucción del Estado en nombre de una libertad individual irrestricta, pero que paradójicamente, encuentra en el decreto su herramienta para fijar aspectos clave de la vida económica de los ciudadanos.
 
Milei, autoproclamado anarcocapitalista, defiende la idea de dejar librados a los precios de la energía, naftas, alimentos y obras sociales al vaivén del mercado, pero sorprendentemente, no duda en intervenir fijando el salario mínimo, las jubilaciones y el monto de la asistencia social por decreto.
 
¿No debería ser el mercado y la libre negociación de las partes, con las herramientas de presión que cada uno posee, los que determinen estos aspectos, como pregonan los principios del laissez-faire?
 
La realidad es que en este contexto de depresión económica, generado en parte por las políticas gubernamentales, los verdaderos perdedores son siempre los mismos.
Mientras los bancos, financistas, exportadores, alimenticias, laboratorios y petroleras continúan acumulando ganancias, las clases más vulnerables se sumergen aún más en la pobreza.
 
La caída general del poder adquisitivo conlleva a una disminución de las ventas y, por ende, a una reducción en la coparticipación que reciben las provincias.
 
Este círculo vicioso se traduce en una presión constante para alcanzar el tan anhelado superávit fiscal primario. Sin embargo, ¿a qué costo? La respuesta es amarga: dejar a 24 millones de personas en la pobreza.
 
Mientras se ondea la bandera de la libertad, es imperativo cuestionar a qué precio se alcanza esa supuesta libertad. En un escenario donde el sacrificio recae una vez más en los hombros de los más desfavorecidos, debemos ser conscientes de que la verdadera libertad no puede florecer en un terreno marcado por la desigualdad y la injusticia.