La empatía perdida en un mundo mercantilista
Vivimos tiempos de cambios muy acelerados, donde la tecnología y la globalización han transformado nuestras vidas de manera constante. En medio de este progreso, parece que se nos ha caído algo fundamental: la empatía y la solidaridad hacia el prójimo. ¿Qué le está pasando a la humanidad que nos comportamos con tanta indiferencia?
La empatía, esa capacidad de ponerse en el lugar del otro, parece estar en peligro de extinción. En su lugar, hemos adoptado una actitud mercantilista donde todo, incluso las relaciones humanas, se miden en términos de costo y beneficio. Nos hemos convertido en un gran mercado que solo busca maximizar ganancias, olvidando que detrás de cada número y cada transacción hay seres humanos con historias, sueños y dificultades.
El Ministerio de “Capital Humano” intenta fusionar dos términos antagónicos por su naturaleza conceptual, la lógica de esta ideología que nos gobierna es capitalizar el Mercado con seres humanos, que cotizaremos de acuerdo a nuestro potencial rendimiento en la “Bolsa”, sin embargo, desde un punto ideológico más social el Capital Humano puede considerarse como un grado de inversión, teniendo en cuenta los recursos y las capacidades humanas. El progreso y el bienestar del pueblo, deben ser la premisa de cualquier gestión de poder.
La cultura del "yo primero" ha sido promovida y celebrada, dejando poco espacio para la consideración de los demás. Este fenómeno no es exclusivo de una región o un país, es global. La presión por sobresalir y acumular riquezas nos ha llevado a competir en lugar de colaborar, a desconfiar en lugar de convivir.
Los medios de comunicación y las redes sociales, son herramientas poderosas, y juegan un papel preponderante en esta deshumanización. Nos hemos acostumbrado a ver imágenes y noticias de sufrimiento y violencia, al punto de que ya no nos conmueven. La sobreexposición a la tragedia ha generado una suerte de insensibilidad colectiva.
En este contexto, la solidaridad se convierte en una rareza, una virtud que algunos practican pero que no es la norma. Las crisis globales, como la pandemia de COVID-19, o algunas recientes tragedias naturales han desnudado lo mejor y lo peor de nosotros. Si bien hemos visto actos altruistas y bondadosos, también hemos palpado el egoísmo y falta de cooperación a una escala preocupante.
Debemos reconocer que la empatía y la solidaridad son cualidades inalienables en la construcción de una sociedad más justa y humana. La educación juega un papel crucial aquí: enseñar a las nuevas generaciones la importancia de ponerse en el lugar del otro y no perder la perspectiva humana.
La empatía y la solidaridad empiezan con acciones individuales que, sumadas, pueden transformar el tejido social. La falta de empatía y solidaridad es un síntoma de un mundo que se ha dejado llevar por el mercantilismo y el individualismo.
“Tras la conducta de cada uno depende el destino de todos.” / Alejandro Magno.