miércoles 24 de abril de 2024

La economía tocó fondo, pero el salario se sigue hundiendo

viernes 02 de agosto de 2019

Algunos de los datos de la recaudación de julio que se conocieron ayer estarían avalando la percepción de que la economía tocó fondo. Tanto el IVA impositivo como el Impuesto a los Débitos y Créditos, dos termómetros del nivel de actividad, aumentaron en relación a igual mes de 2018 en porcentajes similares a la inflación acumulada en ese período: 52% y 56 por ciento respectivamente.

Esos datos estarían confirmando lo que ya se había observado con la difusión del Estimador Mensual de la Actividad Económica (EMAE), que luego de varios meses de caída mostró en abril y mayo dos levísimas subas consecutivas de 0,9 y 0,2 por ciento respecto a los meses previos.

Ese diagnóstico es compartido por la consultora Macroview, que en su informe del lunes pasado tituló "Nivel de Actividad: deja de caer". Pero puesto en contexto, que la economía haya dejado de caer es como un calmante para un paciente que sigue enfermo y mantiene pronóstico reservado.

Ese mismo informe de la consultora que dirigen Carlos Melconian y Rodolfo Santángelo aclara que "no hay recuperación", ni tampoco razones para esperarla. Explican que el consumo y la inversión es muy difícil que se expandan "con la política monetaria ajustada a la regla de emisión cero, tasas de interés reales por las nubes, el crédito total de la economía retrocediendo en términos nominales y el Tesoro bregando por alejarse lo menos posible de la meta de déficit fiscal primario casi cero". Los economistas describen esa situación con la letra L: la caída vertical es seguida por la horizontalidad del estancamiento.

Todo eso en función de mantener el dólar calmo y como ancla para que los precios no suban más de lo que están subiendo. No deja de resultar llamativo que el Gobierno muestre como un logro que la inflación se está desacelerando tan lentamente que no alcanza siquiera a perforar el 2,5 por ciento mensual.

Después de la hiperinflación tasas de 2,5% lucen bajas

Sólo en un país acostumbrado a tasas de inflación anual de dos dígitos y que vivió tres experiencias hiperinflacionarias (el "Rodrigazo" en 1975, la de Raúl Alfonsín en 1989 y la de Carlos Menem en 1990), se puede sentir alivio por la evolución reciente del costo de vida.

Además de que no hay señales de recuperación generalizada, el fondo en el que parece haberse estacionado la economía está un 6% más hundido que cuando se inició la actual crisis en el primer trimestre del año pasado. Si se mide a través del EMAE, el índice de mayo pasado es 7% inferior al momento en que el Gobierno ganó las elecciones legislativas en 2017.

A eso se agrega que la economía dejó de caer a nivel agregado, pero la situación es muy heterogénea tanto a nivel de sectores productivos como de grupos sociales. En cuanto a sectores productivos, el extraordinario aumento del 50% que registró el agro en el segundo trimestre de este año en comparación con un malísimo segundo trimestre del año pasado por la gran sequía, o el fortísimo crecimiento de la pesca y de la producción energética (fundamentalmente de Vaca Muerta), contrastan con los padecimientos de buena parte de la industria y el comercio.

En cuanto a grupos sociales, que la economía haya tocado fondo no implica que los asalariados no hay seguido perdiendo poder adquisitivo. Los números del Indec correspondientes a mayo muestran que aumentaron nominalmente un 38,4% versus mayo de 2018, lo que implica una diferencia en menos de casi 19 puntos porcentuales respecto a la inflación del 57,3% que hubo en ese lapso, y eso significa una pérdida de poder de compra del 12 por ciento.

Y los números de la AFIP de ayer indicarían que la pérdida continuó. La recaudación de Aportes Patronales de julio fue 41,3% mayor que la de igual mes de 2018 y la de Contribuciones Patronales 39,2%. En ambos casos aumento nominales muy inferiores a la inflación del período, que se explican básicamente por el deterioro salarial y la pérdida de puestos de trabajo, que en conjunto achican considerablemente la masa salarial.

En la planilla de la AFIP se observa una de las grandes aberraciones del sistema tributario argentino. La recaudación de Bienes Personales (el único impuesto patrimonial que cobra la Nación) de los primeros siete meses del año aumentó 34,1%, esto es mucho menos que el aumento de la recaudación total (46,7%), lo que significa que continuó perdiendo gravitación dentro de la estructura tributaria. Los $12.133 millones que ingresaron por ese impuesto representan nada más que 0,44% del total de los recursos tributarios.

El Gobierno ya ha dado sobradas muestras de su despreocupación por las cuestiones de equidad en general, y equidad tributaria en particular. El generoso blanqueo ha sido una de los ejemplos más nítidos.

Lo que recientemente se vio reafirmado a través del informe sobre la materia que días atrás Nicolás Dujovne le entregó a Mauricio Macri. El documento presenta como un éxito que en la comparación 2019 versus 2015 las retenciones hayan bajado su incidencia del 1,3 al 0,8 % del PBI (llegaron a representar el 3,1% PBI en 2008, con la soja a cerca del doble del precio actual).

Una de las razones para entender el jolgorio que se respira estos días en la Exposición Rural de Palermo y los fuertes aplausos, tal vez acompañados de ovación, con que saludarán el discurso que Macri pronunciará mañana en la inauguración oficial de la muestra. El informe de Dujovne al Presidente ni siquiera menciona Bienes Personales.

Y del powerpoint se desprende también que el impuesto a las Ganancias a las personas de altos ingresos es muy bajo. Más allá de las alícuotas vigentes, luego de deducciones y exenciones, alguien que gana un salario bruto de $190.000 paga realmente el 20 por ciento.

Alberto Fernández se dio cuenta de que hacer promesas de mejoras sin explicitar las fuentes de financiamiento le dejaba un flanco débil para que lo contraataquen. Apeló entonces al ahorro que obtendría al reducir drásticamente la obscena rentabilidad de las Leliq, como un comodín para justificar la cobertura de los medicamentos gratis para todos los jubilados, la recomposición inmediata del 20% en los haberes previsionales, y hasta el gasto que insumiría la justa rejerarquización del Ministerio de Ciencia y Tecnología que anunció un día después de que Mauricio Macri anunciara lo mismo para el de Agroindustria.

Es una fuente de financiamiento que conlleva sus riesgos. Mucho menos controversial desde una mirada de equidad distributiva sería apelar a subir impuestos a las personas de alto patrimonio e ingresos elevados, que en la Argentina pagan muy poco, más allá de lo que digan infundadamente supuestos expertos o voces interesadas en cuidar su bolsillo.